Dice que hay que saber irse de los sitios cuando aún te pueden echar de menos. Yo creo que retirarte sin que nadie te eche, incluso sin que nadie quiera aún que te vayas, es un talento muy valioso. Y tan escaso que deberíamos ponernos como objetivo el desarrollar olfato para intuir cuando lo que aportamos ya no encaja como antes, para reconocer cuando el grupo prefiere anclarse en otro estilo.
Ejemplos de cómo hasta el más idílico de los paraísos laborales puede transformarse de golpe en un infierno, hemos tenido estos días varios. La moción de censura que ha desalojado de la noche a la mañana a Rajoy del gobierno o la inesperada marcha de Zidane del Real Madrid tras ganar la Copa de Europa me dan qué pensar sobre el valor de saber reconocer cuándo debes dar un paso atrás.
A mí me gusta gestionar activamente mi trabajo y mi desarrollo. Proponiendo proyectos, propiciando oportunidades para hacer cosas nuevas, mirando siempre hacia delante. Sin embargo, todos nos encontramos en la empresa y en la vida con momentos que no hay por dónde pillarlos. Momentos en los que, casi de repente, proyectos que fluían a ritmo se enrocan en círculos y donde tus aportaciones que antes desbloqueaban con ligereza hoy son escollos que ralentizan. Tu mundo gira en un…
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